Sunday, July 30, 2006

Nuevo hijo pródigo...


Un joven iba sentado solo en el autobús; tenía la mirada fija hacia fuera de la ventana. Tenía un poco más de veinte años, de buen aspecto. Una mujer se sentó a su lado. Despues de haber intercambiado algunas palabras, el joven le dijo, inesperadamente: "he estado en prisión durante dos años. Salí esta mañana y estoy regresando a casa." Le contaba cómo había crecido en una familia pobre pero honesta y cómo su actividad criminal le había ocasionado vergüenzas y dolores a sus seres queridos. Durante aquellos dos años no había podido tener noticias de ellos. Sabía que sus padres eran muy pobres para pagar un viaje hasta la cárcel dónde estaba y se sentían muy ignorantes para escribirle. Por su parte, había dejado de enviarles cartas porque no recibía respuestas. Tres semanas antes de ser puesto en libertad, había hecho un último y desesperado intento de ponerse en contacto con sus padres. Les pedía discuplas por haberlos desilusionado, implorando su perdón. Despés de haber sido liberado, subió a aquel autobús que lo llevaba a su ciudad y que pasaba precisamente frente al jardín de la casa dónde había crecido y dónde sus padres todavía vivían. En su carta había escrito que comprendía sus razones. Y para hacer las cosas más fáciles les había pedido que le dieran una señal que el pudiera verla desde el autobús. Si lo habían perdonado y lo aceptaban de nuevo en su casa, tendrán que colgar un pedazo de tela blanca en el árbol del jardín. Si la señal no estaba, el se iría de paso en el autobús y dejaría la cuidad, saliendo de sus vidas para siempre. Mientras el autobús se acercaba a su calle, el joven se ponía nervioso, al grrado de tener miedo de asomarse por la ventana, porque casi estaba seguro de que no habría ninguna señal. Despues de haber escuchado su historia la señora se limitó a pedirle:"te cambio mi lugar. Yo miraré por la ventana." El autobús siguió avanzando y la mujer vió por fin el árbol. Tocó amablemente la espalda del joven y conteniendo las lágrimas, murmuró: "¡¡¡Mira, mira!!!!, ¡¡¡han cubierto todo el árbol de tela blanca!!!..."

Nos parecemos más a los animales cuando matamos. Nos parecemos más a los hombres cuando juzgamos. ¡Pero nos parecemos más a Dios cuando perdonamos!

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